Creo que habré empezado decenas de entradas al blog de la misma manera: “habré pasado miles de veces por allí y nunca me había fijado en…” Pues exactamente esto me ha pasado con este DETALLE de la Casa Mudéjar. Para ser justos he de reconocer que, si no es por la ayuda de mi amigo, y genial artista cacereño, Pedro Camello, seguiría ignorando esta gran cruz dibujada con cal en la fachada de la casa. Esta casa es de mis preferidas de la parte antigua, y junto con el Palacio de Moctezuma, único ejemplo del uso de la fábrica de ladrillo como elemento compositivo en las fachadas.
El edificio es de estilo mudéjar toledano, de entre los siglos XIV-XV (según bibliografía). En la parte inferior predomina la mampostería y en la superior el ladrillo, donde destaca la ventana geminada de arcos apuntados-túmidos enmarcada por arrabá. Su parteluz es de granito y el capitel tiene forma de pirámide invertida truncada. Algo más arriba llama la atención una decoración de ladrillos en forma de Zig-Zag.
Justo al lado, en la casa anexa, sobre un portón (donde hace años íbamos a escuchar música en directo) y bajo un precioso escudo de los Ulloa, vemos lo que queda de una gran y tosca cruz dibujada con cal. Para evitar caer en un error y que se trate realmente de una pareidolia, recurro al archivo fotográfico de la ciudad… y en efecto, ahí está.
La foto más antigua que he logrado encontrar es del 1900 y ya aparece junto con otra, que ya no existe, a la izquierda del portón. Las cruces que aparecen pintadas en fachadas de edificios no religiosos no son abundantes en la ciudad. En otras zonas se dibujaban habitualmente en los principales colores primarios blanco y rojo, recordando este último los vítores de la arquitectura culta. Por lo común estas cruces son de buen tamaño y como ocurre, con las que se pintan en las hojas de las puertas, vienen incluso a ocupar toda la mitad superior de la misma. En todo caso, estas cruces parecen cumplir la misma función que las cruces protectoras vegetales clavetean en las puertas y nos permite acercarnos a ciertas prácticas religiosas relacionadas con determinados ritos de paso y de protección de los hogares e incluso a algunos fenómenos de cripto-judaísmo (GITLITZ, 2003; ALPERT, 2001).
No sabemos por qué estaban estas cruces ahí, y nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que una de ellas está desafiando el paso del tiempo y nos permite imaginar las razones que llevaron a los dueños de esa casa a encomendarse a Dios. Antes de que desaparezca os la quería mostrar, Al Detalle.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
ANÁLISIS Y SIGNIFICADO DE LA CRUZ EN LA CULTURA POPULAR DEL OCCIDENTE SALMANTINO: EL ABADENGO de Pedro Javier Cruz Sánchez