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Channel: CÁCERES AL DETALLE
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LA VERDADERA CASA DEL MIEDO ESTÁ EN SIERRA DE FUENTES

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Cuando hace unos meses publiqué la estrada dedicada a la Casa del Miedo de Valdeflores, en Cáceres, un conocido me escribió para indicarme que en Sierra de Fuentes había otra Casa del Miedo. Me indicó la ubicación, y como siempre suelo hacer, me dirigí al Registro Catastral para cerciorarme del Término Municipal y del verdadero nombre de la propiedad. Y me atrevo a afirmar que esta es la verdadera Casa del Miedo porque ese es el nombre que recibe el en Catastro. No sólo es un mote local, sino su verdadera denominación legal. En ese momento la emoción de adentrarme entre sus muros me pudo y a la mañana siguiente me subí a la bici hasta encontrarla. Allí estaba, ruinosa y altiva al mismo tiempo.


Cuando empecé a hacer fotos estaba completamente solo, nadie paseaba por la zona, únicamente escuchaba pasar algún coche por la carretera cercana, muy esporádicamente. Una mezcla de admiración y miedo me invadía, algo que no ocurre siempre, era una sensación de estar acompañado en plena soledad.

Inmediatamente me percaté de un Detalle: una zona de la casa estaba completamente aislada, apartada por todos sus accesos originales del resto de la casa. El único punto de acceso era el hueco abierto en un muro tras derrumbarse. Una chimenea, una alacena, una hornacina o simplemente un muro de ladrillo cerraban toda comunicación con un ala de este precioso caserón… ¿Por qué? ¿Qué había pasado allí?




Ensimismado en estos pensamientos no noté que alguien se aproximaba. Era un señor de avanzada edad con un perro blanco que se me acercaba y que me hizo salir de mis propios pensamientos de manera abrupta. Aquel señor y yo nos saludamos y entablamos una insustancial conversación a la que se sumó otro paseante con otro perro, este más grande y arisco. Era inevitable que pronto saliera el tema del origen del nombre de la casa, y ocurrió esas cosas por las que merece la pena hacer este blog y acercarse a conocer los lugares y preguntar. Entre los dos me contaron una conmovedora historia que ahora quiero compartir, recreada levemente, con vosotros.

En la casa vivía una familia acomodada; un matrimonio con dos hijos mellizos o gemelos, no lo sabían a ciencia cierta. Uno de ellos padecía alguna enfermedad mental que le llevaba a sufrir en ocasiones brotes muy violentos en los que llegó a herir al hermano, aunque no de forma grave. Para protegerle y protegerse, le solían confinar en una zona de la casa cuando se alteraba o no se comportaba de forma razonable. Cuando sufría estos trágicos ataques gritaba y golpeaba a todo lo que tuviera a mano, ventana, puertas y los pocos muebles que le tenían en aquella habitación. Un día tras los estruendos de uno de sus brotes, se hizo un silencio ensordecedor que solo podía interpretar una madre. Ella asustada por lo que se iba a encontrar, abrió la puerta y se lo encontró colgado de una de las vigas que atravesaban la casa de lado a lado. Quieto y calmado después de tanta rabia y tanta ira.






En algunos lugares y épocas era costumbre, debido a la deshonra y vergüenza que un suicidio acarreaba a una familia, tapiar la zona donde había sucedido aquella trágica muerte. Era un intento inútil de ocultar y olvidar algo que estaría siempre entre ellos. Así es que todos los accesos a esa parte de la casa fueron cerrados y tapiados.

Cuando la pena empezaba a sobrellevarse de manera crónica, y el día a día volvía a una calma relativa, algo comenzó a alterar el respetuoso luto de esta familia. En esas habitaciones aisladas, herméticamente cegadas, comenzaron a escucharse unos ruidos insoportables que duraban horas. Por eso decidieron romper una de las entradas para ver si se les había “colado” algún pájaro, algún gato…pero allí no había nada, ni un solo objeto con el que hacer los ruidos que no les dejaban dormir, así es que decidieron volver a sellar aquella entrada. Los golpes eran cada vez más fuertes y frecuentes, convirtiendo la vida de esta familia en un verdadero infierno.




Una fría mañana de febrero, tras una noche especialmente agitada en la que no pudieron dormir más de 10 minutos seguidos, el matrimonio baja a la planta principal tras hacerse un silencio ensordecedor repentinamente, un ruido que solo una madre puede interpretar y al entrar en la estancia principal se encuentran a su otro hijo colgado de la misma viga que atravesaba la casa de lado a lado. En ese momento empiezan los ruidos de nuevo, pero esta vez el doble de fuertes, el doble de violentos, el doble de aterradores. Esa misma mañana, tras retirar el cuerpo de su hijo, recogen los principales enseres y se montan en su carro y abandonan para siempre la que hasta hoy se conoce como La Casa del Miedo.




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