¡Oh maldita y descomulgada ley del duelo, nacida en el infierno y criada y alimentada en la tierra, devoradora de vidas y haciendas, hija de ira y soberbia y madre de la venganza y perdición, ruina total de los humanos y perturbadora del sagrado templo de la paz!
Diego Duque de Estrada (espadachín)
Todos hemos visto en las películas, y leído en las novelas, los duelos de honor por una afrenta, al alba y acompañados de los padrinos, con pistolas o espadas, y debemos suponer que en nuestro Cáceres también se produjeron este tipo de enfrentamientos tan comunes en una parte de nuestra historia, y que nos han dejado leyendas como la del "Duelo del Arco del Cristo" que ya os contaré más adelante. Pero en este blog nos fijamos en los DETALLES, y si observamos bien, posiblemente encontremos testimonio de estos duelos escritos en la piedra. Para ello tenemos que hablar de las CRUCES TUMULARIAS. Las cruces tumularias suelen estar compuestas por una cruz y un túmulo (aunque no siempre) que puede tener distintas formas. Su motivación es siempre religiosa, pero el origen proviene de las muertes trágicas ocurridas, generalmente, por duelos a espada.
El fenómeno del duelo es antiquísimo, pero es llegado el siglo XV cuando los españoles inventamos y desarrollamos la esgrima moderna, y a partir de ahí, conquistamos nuestro enorme Imperio y se establecen, desde los ideales del hombre renacentista y caballeresco, los modelos del honor y la honra que todo hombre debe seguir. En esos años, los españoles nos convertimos en los hombres más arrogantes, soberbios y orgullosos del mundo. La honra se coloca, entonces, por delante de Dios, hacienda, patria y Rey, y decimos que la mancha de honor solo con sangre puede limpiarse. El fenómeno del duelo se extiende como un reguero de pólvora por toda Europa, desde España e Italia, llegando a considerarse un verdadero problema social. Hubo épocas en las que un duelo podía producirse por un hecho tan insignificante como un cruce de miradas en la plaza de Santa María o el choque de dos hombros en el mercado de la plaza. Los reyes y generales intentaron prohibir esta práctica ya que perdían a muchos de sus más valiosos hombres para la guerra, aunque no lo consiguieron.
Es a partir de la finalización del Concilio de Trento (1563) cuando obtienen el apoyo de la Iglesia de Roma, y todos los participantes en duelos, incluidos sus padrinos, estarán descomulgados:
"Extermínese enteramente del mundo cristiano la detestable costumbre de los desafíos... Los que entraren en el desafío, y los que se llaman sus padrinos, incurran en la pena de excomunión y de la pérdida de todos sus bienes, y en la de infamia perpetua, y deben ser castigados según los sagrados cánones, como homicidas; y si muriesen en el mismo desafío, carezcan perpetuamente de sepultura eclesiástica".
Para los duelistas, descomulgados, no se podían pagar misas, y acababan sus restos enterrados en una fosa común las más de las veces. Por lo tanto, sus familias estaban en la necesidad de inscribir estas cruces tumularias en el lugar donde hubieran fallecido, para que cualquier persona anónima que pasase por allí, gentes que reconocían perfectamente entonces estas marcas, pudieran rezar una oración caritativamente por el alma de la persona que había muerto en ese mismo lugar. Este es el origen de las cruces tumularias.
Los duelos solían realizarse a las afueras de las ciudades, a veces cerca de iglesias, así es que cuando descubrí la existencia de este tipo de cruces me fui a buscarlas extramuros y he encontrado una (y otras dos que me ofrecen más dudas), No podría asegurar que realmente su origen sea la muerte por duelo, es imposible de saber, pero al no situarse en la entrada a casas se podría descartar la función protectora de la que os hablé en el artículo anterior; así es que mi imaginación vuela y quiere creer que tras estos sencillos símbolos se encuentra una gran historia de honor, pasión y muerte. Podemos encontrar una en la esquina de la Calle General Ezponda y la Plaza de la Concepción, en el Palacio de Camarena, aunque estoy seguro de que hay más y ya estoy buscándolas.