En febrero de 2015 publicaba un post en el que os enseñaba la famosa gárgola del Palacio de la Isla de Cáceres y me hacía eco erróneamente, de las historias que corren sobre el origen de la casa y sus fundadores. Hoy os quiero ampliar, Al Detalle, esta información arrojando luz sobre las inexactitudes recurrentes que sobre el linaje de esta rama de los Blázquez se han venido repitiendo desde hace más de un siglo. Además, quiero plantear varias hipótesis sobre el significado de las 4 gárgolas que coronan el edificio, incluyendo la célebre gárgola onanista que destaca en una de sus esquinas, enmarcando este significado en el conjunto de los elementos de la fachada.
GÁRGOLAS
Aunque se vienen usando desde la antigua Grecia, Egipto y Roma, la concepción más actual aparece en el medievo. Las gárgolas son figuras con una vertiente práctica como desagüe, pero que, poco a poco, van adquiriendo una función simbólica hasta incluso perder esa función práctica y convertirse en meros adornos en lo que se conoce como quimeras.
Muchos autores enmarcan a las gárgolas en la “marginalia”. En los manuscritos medievales en el centro se representaban las escenas más ortodoxas, pero en el margen, en la marginalia, los artistas se expresaban con mayor libertad y creatividad tanto plástica como temática. Las letras iniciales también se historiaban y todas estas representaciones “alternativas” se llevaron del papel a la piedra, en un primer momento a los capiteles románicos y poco a poco a las gárgolas. En un comienzo éstas eran cortas y robustas y progresivamente se fueron estilizando y apareciendo apoyadas en ménsulas. A finales del siglo XIII adquieren un carácter más grotesco o caricaturesco. Es a finales del XV y comienzos del XVI cuando gozan de mayor calidad formal pasando a ser mucho más detallistas, propias de artistas especializados y expertos. A finales del siglo XVI se empieza a desechar el concepto de gárgola al estilo medieval y pierden su función como desagüe y pasan a ser elementos simbólicos y de decoración únicamente.
El aspecto más simbólico se desarrolló plenamente en las iglesias góticas, en las que, con una función pedagógica, las gárgolas representaban tanto los pecados como las virtudes desde el punto de vista del clero, usando para ello, figuras alegóricas. El león, por ejemplo, es un animal que aparece un total de 152 veces en la biblia y del que se dice que nunca cierra los ojos, por lo que sirve para simbolizar la constante vigilancia y alerta para no pecar y no ser condenado. Otro animal muy representado es el perro que, además, simboliza la lealtad y la fidelidad. Un símbolo cristológico muy común es el águila, que también aparece profusamente entre las gárgolas de las iglesias.
Por otro lado, los vicios más perseguidos y representados son la lujuria, la avaricia y la soberbia. La avaricia se tiende a vincular más con los pecados masculinos y la lujuria con los de la mujer. La soberbia suele presentarse mediante figuras con las piernas cruzadas.
La condena al infierno que te aseguraba un comportamiento pecaminoso, se mostraba como personas gritando y asidas a su pelo, reflejando de esta manera el sufrimiento que asegura ser condenado a las llamas del averno.
Y aunque decíamos que la lujuria se identifica desde el medievo con lo femenino, las figuras que representen mujeres con actitud sexual, son muy pocas. Por ejemplo, en Castilla León solo el 6% de las gárgolas de contenido sexual representan a mujeres, y en Extremadura, además de la gárgola del Palacio de la Isla que nos ocupa, solo existe otra en la iglesia de San Pedro de Gata, en la que vemos una mujer masturbándose y con las piernas cruzadas, mostrando, por lo tanto, los pecados de la lujuria y la soberbia.
Y una vez que sabemos un poco más sobre las gárgolas, dejaremos para el final la descripción y las explicaciones sobre nuestra gárgola onanista cacereña para conocer mejor la historia del lugar donde se encuentra: el Palacio de Isla.
LAS MENTIRAS SOBRE EL PALACIO DE LA ISLA
Publio Hurtado en su obra “Ayuntamiento y familias cacerenses” de 1915, habla por primera vez de la falta de hidalguía de esta rama de la familia de los Blázquez de Cáceres que levanta esta casa a principios del XVI. Posteriormente Floriano Cumbreño añade más elementos erróneos a esta teoría que ha llegado incansable hasta nuestros días. La mezcla entre generaciones y las confusiones de filiaciones han dado lugar a un error mil veces repetido y que casi nadie ha puesto en duda en más de 100 años y que sigue apareciendo en la práctica totalidad de la bibliografía.
Afortunadamente hay investigadores serios y rigurosos que bucean en las fuentes primarias y arrojan luz en las mentiras intensamente repetidas. Mi admirado y querido D. Serafín Martín Nieto en sus trabajos “Los Blázquez de Cáceres, un siglo al frente del arcedianato de Trujillo en la Santa Iglesia catedral de Plasencia” y “De sinagoga nueva a capilla de la Santa Cruz de Jerusalén del cacereño palacio de la Isla”, muestra pruebas irrefutables de la vinculación reconocida de esta rama de la familia con los Mayoralgo, descartando estas ideas de que fueron despreciados y enviados extramuros porque no se les reconocía su linaje, como se repite en libros, webs…
D. Serafín nos muestra las evidencias que se desprenden, por ejemplo, de la una genealogía de los Mayoralgo que se conserva en la Catedral de Plasencia. También otro documento en el que el presbítero Sancho Blázquez de Mayoralgo Altamirano, el 8 de octubre de 1599, agrega 15 misas a la obra pía fundada por su tía Isabel González de Mayoralgo, vinculada al mayorazgo de esta rama de los Blázquez, en la Capilla del Santo Crucifijo de Santa María la Mayor (el que se conoce ahora como Cristo Negro).
Con estos y otros muchos datos que encontrareis en estos dos fantásticos trabajos, queda más que demostrada la hidalguía de los fundadores de este palacio, algo que apoyan otros datos como los privilegios de los que gozaron como la privación de impuestos o el hecho de blasonar el palacio.
En el siguiente esquema se muestra un breve repaso por la familia en el momento de la “escisión” de los Mayoralgo. NOTA: para hacerlo más didáctico y entendible se han eliminado un gran número de elementos, quedando únicamente los familiares que nos interesan para el relato que hoy queremos contar.
Luis y Juan Blázquez de Cáceres eran eclesiásticos nobles que gozaron en vida de privilegios gracias a la protección de Bernardino de Carvajal, personaje muy importante en la época con cargos relevantes en la Santa Sede. Estos hermanos fueron los que levantaron lo que ahora conocemos como el Palacio de la Isla y crearon un mayorazgo en favor de su hermano pequeño Sancho Blázquez y sus descendientes. Fue el hijo de éste el que, junto a su esposa, mandaría esgrafiar el precioso escudo que se conserva en el palacio con el lema VANITAS VANITATUM ET OMNIA VANITAS y fue el que “sufrió” un pleito de hidalguía.
El clérigo García Galíndez, en la probanza de hidalguía de Luis Blázquez de Cáceres, sobrino carnal de los fundadores de la casa, declaró “que desde el dicho tiempo de los dichos çincuenta años a esta parte que començó a conoçer al dicho Juan Blázquez, abuelo del que litiga, e durante que le conoçió, lo tuvo por natural de la dicha villa de Cáçeres e de un ljnaje antiguo de los Blázquez, de la qual heran e sus desçendientes son naturales, hijosdalgo e prençipales de la dicha villa de Cáçeres e personas que fue e es público que vienen en proçeden de ljnaje e hijosdalgo prençipales de la dicha villa de Cáçeres”
Con todos estos documentos y otras muchas pruebas reunidas por D. Serafín en los citados trabajos, queda desmontada para siempre la idea de la rama ilegítima o no reconocida de la familia. Queda claro, por lo tanto, que estos nietos de un Mayoralgo, hijos de un segundogénito, mandaron levantar el Palacio de la Isla a comienzo del siglo XVI, sin que nadie dudara de su linaje o hidalguía. Estos dos clérigos fundaron un mayorazgo a favor de su hermano Sancho y sus herederos que continuaron con el apellido Blázquez y viviendo en el Palacio durante siglos.
LA GÁRGOLA ONANISTA DEL PALACIO DE LA ISLA
La gárgola onanista femenina del Palacio de la Isla puede considerarse una excepción, uno de los pocos ejemplos de este tipo de gárgolas que podemos encontrar en un edificio civil. Es fácil comprender la función pedagógica en una iglesia en la que contraponían los pecados y las virtudes, pero ¿en una casa por qué?
Antes de aventurarme a dar una teoría, analicemos los elementos que destacan en la fachada de la casa, comenzando por las gárgolas de derecha a izquierda:
HOMBRE GRITANDO: en este extremo del palacio encontramos la figura de un hombre gritando, con lo que parecen pezuñas y tirándose del pelo. Seguramente lo que aquí se represente es el pecado más vinculado con lo masculino, la avaricia, que se mezcla con un elemento demoniaco como son las pezuñas y el sufrimiento por ser condenado al infierno mostrado en el gesto de asirse en cabello y gritar.
LEÓN: como ya dijimos, es un animal noble muy usado en la iconografía cristina y que representa la vigilancia, la alerta y la constante lucha por mantener la pureza de espíritu.
ÁGUILA: Símbolo cristológico, el águila cuando envejece busca una fuente, después sube hasta el sol, quemando así sus viejas plumas y la película que cubre sus turbios ojos, y desciende a la fuente sumergiéndose tres veces, renovando su juventud. Así el cristiano debe renovar su fe en la fuente de agua viva, que es la Palabra de Dios.
MUJER ONANISTA: Un aspecto muy destacable es la desnudez de la figura. La desnudez es algo que se ha condenado y perseguido con frecuencia en los textos bíblicos. Tenemos ejemplos en el Génesis, Éxodo, Hechos de los Apóstoles… y se vincula siempre con lo demoniaco, algo que quizá también se quiere mostrar con los colmillos que parece tener la figura. A esto le debemos añadir el pecado de la lujuria representado con una masturbación. El gesto, aunque pudiera parecer de placer, vuelve a mostrar el sufrimiento por la condena eterna en el infierno.
Podremos entonces concluir que lo que los hermanos Luis y Juan Blázquez quisieron plasmar en su recién estrenada casa, es el mismo mensaje que habitualmente se intentaba enseñar en catedrales e iglesias góticas: en el centro, custodiando la puerta y blasones de la familia aparecen las virtudes, los símbolos de vigilancia y fortaleza. En los extremos, en la marginalia, los pecados de la lujuria y la avaricia y el sufrimiento que el pecado provoca al ser condenado al averno.
Y si me permiten, voy a especular un poco más, porque en esta fachada vemos dos niveles bien diferenciados. El inferior, el más pegado al suelo y a lo terrenal; y uno superior que trata de lo divino y de lo espiritual. Abajo aparece el escudo de Mogollón y los Blázquez junto con los lemas:
Moderata durant. Expresión que nos evoca a las Troyanas de Plauto.
Nobilitas animus no acta parentum. Una adaptación de la sátira VIII de Juvenal.
Según afirma D. Serafín Martín Nieto en los trabajos ya mencionados, lo que se pretendía con estos lemas era “ensalzar la emergencia del genio individual, tan querido por el hombre renacentista” y como demostración de que, como eran hijos de un segundogénito, todo lo que hicieron y lograron lo consiguieron por sus propios medios.
Por lo tanto, yo creo que en la parte de abajo se muestra lo más mundano: los blasones y los lemas que hacen referencia al hombre, a la persona, mientras que en lo alto se habla del espíritu, de lo divino que debe estar fundamentado por las virtudes, por las fortalezas y en los extremos, alejados de uno y de su espíritu, los pecados de la avaricia y la lujuria. Plasmarían así los dos aspectos de la vida de estos clérigos nobles, la hidalguía, la nobleza, la familia y los “asuntos de comer”, y por otro lado su forma de entender una vida recta y espiritualmente plena, basada en las virtudes y alejada de los pecados y de las tentaciones del maligno.
Con esta entrada solo quería mostrar el trabajo, a veces poco reconocido, de uno de los investigadores cacereños más rigurosos, serios, generosos y brillantes: D. Serafín Martín y dar a conocer desde este humilde blog algunas de las investigaciones que, con una documentación contundente, tumba ideas erróneas mil veces repetidas en libros, blogs, artículos…
Por otro lado, he pretendido mostrar lo singular de tener en nuestra ciudad una gárgola femenina onanista, que representa un caso prácticamente único por aparecer en un edificio civil. He intentado contextualizarla en un tiempo determinado y en unas circunstancias concretas para buscar su posible significado en conjunto con las otras que aparecen en el palacio y junto a los otros elementos decorativos que vemos en esta fachada, intentando ofrecer una explicación y un significado global y perfectamente asumible por este contexto descrito, pudiendo así conocer uno de esos Detalles que enriquecen nuestro patrimonio y que pasa, en muchas ocasiones, inadvertido.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Los Blázquez de Cáceres, un siglo al frente del arcedianato de Trujillo en la Santa Iglesia catedral de Plasencia. Serafín Martín Nieto.
De sinagoga nueva a capilla de la Santa Cruz de Jerusalén del cacereño palacio de la Isla. Serafín Martín Nieto.
Aproximaciones al universo simbólico de las gárgolas y quimeras en la Edad Media. Paz Vásquez Gibson.
La gárgola en el mundo hispano bajomedieval. Dolores Herrero Ferrio.
Imagen y palabra. Los pecados más frecuentes en la iconografía de Castilla medieval. Faustina Vila-Belda Martí.