En estos tiempos de poetas que no leen, de la filosofía del que no se paró a pensar, de los cantantes que no saben música, de la opinión explosiva, de la máxima reflexión en un titular. En la época de escritores que no escriben y de la dictadura de la opinión. En estos años que guardamos luto por el principio de autoridad y por la desaparición de la tarina en las aulas; tiempos de la ignorancia del usted, de toreros de salón y entrenadores de sofá. En los tiempos de la democratización de la opinión, de los licenciados en la escuela de la vida y de la exaltación de la simplificación… en estos tiempos, hablaremos de arte contemporáneo.
Muchos ya habrán dejado de leer esta entrada, y con suerte, estarán mirando las imágenes con mayor o menor interés. Para el resto, hoy echaremos un vistazo a uno de las obras de Vostell más visitadas y de las que más barbaridades he tenido que escuchar mientras descanso de mis rutas junto Al Muerto que Tiene Sed y V.O.A.EX, el famoso coche empotrado en hormigón de los que podemos disfrutar en el Monumento Natural de los Barruecos.
Que si “menuda chorrada”, que si “qué cosa más tonta y fea” o que si “cómo le habrán permitido hacer esto aquí…” Y en alguna extraña ocasión se ve a alguien que se para en silencio frente a estas obras e intenta entender el profundo significado que tienen, siendo conscientes de estar ante el legado de uno de los artistas más relevantes e influyentes del siglo XX.
Hoy nos centraremos en “El Muerto que Tiene Sed”, la escultura ambiente representada por un cilindro de hormigón sobre uno de los bolos graníticos de la zona. En realidad, esta obra no se limita exclusivamente a esta escultura ambiente, sino que la expresión de las reflexiones que encierra comenzó el 1977 con la realización de varias fotografías impresas en tela y retocadas con acuarela en las que Vostell añadió objetos como platos o maderas carbonizadas. También se incluyen en la obra un gran tríptico realizado en 1978 con acrílicos sobre lienzo en el que se incorporan elementos netamente rurales y algunos puramente urbanos. El conjunto se completa con la obra de la que trataremos en el blog.
Lo que hoy contemplamos frente a las Peñas del Tesoro de Los Barruecos es, como decía, un cilindro tumbado de hormigón orientado en el eje este/oeste y con la cara que mira a poniente rematada con 15 platos. Junto a él, y sobre la roca, una placa donde podemos leer:
El Muerto que Tiene Sed
Ruego a la ciencia abrir esta escultura trascurridos 5000 años. A partir de esa fecha, sacar la caja de plomo y analizar el vacío interior para visualizar su forma de energía y pensamiento.
Con estas obras Vostell hace una clara reflexión sobre la pretensión o capacidad de trascender que tiene el ser humano y el poder de la perpetuación del arte que se propaga mucho más allá de la palabra y la propia muerte del individuo, su consciencia y su existencia.
En 1978 Vostell colocó en la puerta del Ayuntamiento de Malpartida de Cáceres una caja de plomo de 50x50 cm. y durante unos días pidió a los vecinos que, de manera simbólica, depositaran en ella sus anhelos o pensamientos. Posteriormente la cerró y la introdujo en el cilindro que ahora vemos y se colocó mirando hacia el oeste con esos 15 platos blancos que sirven para recoger los últimos rayos del sol de cada día.
Tras este gesto subyacen numerosas e interesantes reflexiones como la del rechazo del vacío y su inexistencia. Se planteaba el artista que toda actividad cerebral humana tiene asociada una actividad eléctrica y algún tipo de radiación electromagnética que quiso guardar en aquella caja de plomo. De esta manera el pensamiento no moriría y podrían pervivir aprovechando la energía del sol que mantendría esta radiación activa, Consideraba que los científicos del futuro podrán codificar esos pensamientos para materializarlos siglos después.
Y la estructura de cilindro no es aleatoria. Preguntado por ella el día de su inauguración, se acercó a una escoba, rompió una de sus ramas y la mostró diciendo que aquella ramita atesoraba la energía del sol y de la misma manera, su estructura podría mantener la energía de los pensamientos depositada en ella.
La trascendencia, la negación del vacío, la perdurabilidad del arte más allá de las generaciones y los artistas y el anhelo a influir más allá de la muerte, llenan de sentido una obra de gran interés y expuesta en un lugar inmejorable. Yo os invito a parar frente a esta escultura ambiente y que os deis la oportunidad de reflexionar, aunque sea brevemente, sobre todos estos conceptos y no caigamos en el “esto lo hace mi hijo de cuatro años…”. Seamos humildes y que no nos dé miedo a reconocer que detrás de este tipo de obras de arte residen ideas y conceptos que, a veces, ignoramos porque es más cómodo no reparar en ellos y así dejarnos arrastrar por una rutina sin complicaciones que nos anestesia del dolor, pero muchas veces también del placer.
Yo hoy, desde mi nulo conocimiento de arte, y menos de arte contemporáneo, he querido hacer un pequeño recorrido por esta obra frente a la que seguiré parando a descansar con mi bici y a la que seguiré mostrando mis respetos cada vez que me siente a contemplarla, siendo consciente de estar delante de una fantástica obra de arte, que evidentemente, trascenderá e irá más allá de nuestra palabra y nuestra existencia porque, no nos engañemos, los conceptos sobre los que trabajaba Vostell sí son universales y atemporales.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Vostell Extremadura. Catálogo editado en 1992 por la Asamblea de Extremadura. Dirección: Antonio Franco. Textos: Antonio Franco, José Antonio Agúndez y Javier Cano