Es verdad que no es la primera vez que os hablo de este lugar y de este magnífico edificio, pero esta ocasión aportaré datos recientes que proporcionarán mucha más información de la que teníamos de este pequeño templo. El primero, y quizás el que más llame la atención, es que por fin se ha desvelado la titularidad de esta pequeña ermita, que, hasta ahora, se conocía como de "El Santo” por llamarse así la finca en la que se asienta. Todos estos novedosos datos se los debemos a mi admirado Serafín Martín Nieto que, tras un gran esfuerzo documental, ha sacado a la luz y publicado numerosos protocolos que arrojan datos muy reveladores de este desconocido enclave. Esta investigación fue publicada en los coloquios históricos de Extremadura en el año 2020.
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Pero comencemos por el principio, ¿Dónde podemos encontrar este edificio? Se levanta al suroeste de la localidad de Valdesalor, en la finca conocida como “El Santo”, polígono 36, parcela 83, según el Registro Catastral, en el término municipal de Cáceres. Fue edificado con sillares de granito y completado puntualmente con mampostería de la piedra de la zona y se encuentra perfectamente orientado en el eje este-oeste. Solo se observa en pie lo que se ha venido denominando como ábside ya que su única nave desapareció quedando en el sitio los sillares que debieron de formar la parte baja de sus muros y también se reconoce, esparcida por el entorno, parte de la mampostería con la que estos muros se completarían. En la transición entre ambas zonas destaca un gran arco de medio punto con dovelas de granito. El exterior de la cabecera del templo es rectangular y destacan en ella tres pequeños vanos que permitirían la entrada de la luz al interior. Tradicionalmente se ha venido fechando este edificio en el siglo VII. Yo me he preguntado en qué se basa esta datación y he encontrado las respuestas en un artículo de mi admirado Enrique Cerrillo
[2].
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Ya en su interesante tesis
[3] establece un método de estudio de los templos paleocristianos y visigodos, basándose en el análisis morfológico de sus centros de culto. Pero ¿qué son los centros de culto? Son esa parte del edificio donde se va a centrar la liturgia; un espacio limitado y exclusivo para los miembros de la jerarquía eclesiástica y donde, entre otras cosas, se instalaría el altar. Se describe un tipo de centro de culto semicircular, aunque esta forma pueda no ser observada desde el exterior, que denomina ábside, por eso me refería anteriormente a que, aunque a los restos de esta ermita se les suele denominar "ábside", no es correcto si atendemos a esta clasificación.
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A los centros de culto rectangulares, como en este caso, se les denomina Santuarios, quedando esta estructura también patente en el exterior. Cerrillo en su estudio sobre las ermitas de Portera y Santa Olalla, añade junto a la presencia del santuario rectangular, otras características que nos pueden llevar a afirmar que estamos frente a un edificio con casi 1400 años.
Era característico en aquella época edificar con una piedra no natural del entorno próximo, lo que le ayudaría a destacar. En este caso nos situamos sobre un terreno pizarroso, concretamente aparecen pizarras y grauvacas del halogrupo Domo extremeño. Nuestro edificio se levantó, como ya hemos dicho, con grandes sillares de granito. Estas piedras se disponen en hiladas, es decir, colocando los sillares en un mismo plano cuya superposición permite que puedan levantarse muros.
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También era característico que en el interior del Santuario se optase por la bóveda del medio cañón, que en el caso de Portera y Santa Olalla es de herradura, aunque en este caso no es así.
Con todas estas características se puede afirmar que esta ermita se levantó, con gran probabilidad, en el siglo VII. Además, hay un detalle más que inmediatamente me llamó la atención en la primera visita que hice ya hace años: unas cenefas decorativas con forma triangular que rodean los vanos, y que me resultaban muy familiares. Me puse a buscar entre las fotos que acumulo en casa, hasta que encontré una decoración exactamente igual situada en un edificio a relativamente poca distancia y "casualmente" también de época visigoda. Se trata de Santa Lucía del Trampal, en cuyo interior encontramos exactamente la misma decoración, en esta ocasión en un capitel.
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Detalle decorativo en San Bartolomé del Pizarral |
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Detalle decorativo en San Bartolomé del Pizarral |
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Detalle decorativo en San Bartolomé del Pizarral |
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Detalle decorativo en Santa Lucía del Trampal |
Caben pocas dudas, entonces, de que se trate de un edificio visigótico levantado en el siglo VII y que no sería una anomalía en el contexto histórico de esta época y en esta zona cacereña donde solo encontramos vestigios de sus pobladores en las necrópolis que abundan en los alrededores de la ciudad y que correspondía a los enterramientos de los poblamientos de carácter rural que tan comunes se hicieron tras la caída del Imperio. También es destacable que no se encuentre a demasiada distancia de Santa Lucía del Trampal, de importantes vías de comunicación o del famoso Pago Ponciano, donde se levantó la ermita de Santa Olalla por la misma época que el edificio que nos ocupa hoy, sobre los restos de la casa de Liberio, padre de la famosa Santa Eulalia y en la que se supone vivió hasta partir a Mérida donde sufrió su más que conocido martirio.
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Gracias a los documentos aportados por Serafín Martín Nieto, sabemos que se trata de la ermita de San Bartolomé del Pizarral, del heredamiento conocido de esta misma manera, El pizarral. Tenía cofradía propia y una partición de tierras
[4], así como una cantidad de dinero anual que permitiría cubrir los gastos derivados del culto y su mantenimiento. Este dinero sería aportado por los dueños de las particiones del heredamiento.
En el siglo XVI hubo un intento fallido y otro más certero en el XVII, de fusionar las cofradías existentes en la ciudad y sus alrededores. El primero fue impulsado por el obispo de Coria-Cáceres D. Francisco Bobadilla en 1545 a lo que, entre otros muchos, los cofrades y mayordomos de San Bartolomé del Pizarral se negaron por escrito antes del sínodo que se convocó a tal efecto el 10 de mayo de 1545
[5]. La negativa a la fusión se defendía con la posibilidad de desaparición de la cofradía pasado un tiempo. La Cofradía de San Bartolomé del Pizarral en la ciudad celebraba sus cultos en la ermita Nuestra Señora de los Caballeros.
Más éxito tuvo la intentona de Galarza en 1611, aunque San Bartolomé del pizarral quedó fuera de esa “megacofradía2 por el carácter patrimonial de los herederos del Pizarral, finalmente sí se fusionó con la Cofradía de San Bartolomé de los zapateros o del ejido
[6] en ese 1611 y por desgracia se cumplió el pronóstico que se había hecho unas décadas antes y fue el comienzo de su total abandono desaparición. El último asiento de rentas que se conoce se fecha el 25 de octubre de 1611 cuando Francisco Cortés reconoce “4000 maravedís de renta de censo sobre casa en solanas, que fue de sus padres...
[7]”
Serafín también nos aporta el listado de mayordomos entre los años 1545 y 1607, no existiendo datos ni anteriores ni posteriores de una cofradía en dicha ermita, aunque sobre el heredamiento en sí ha publicado numerosos documentos que os recomendamos conocer en el mencionado estudio.
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La poca documentación que hasta ahora se había publicado sobre la ermita proviene de estudios epigráficos, que es por lo que yo la conocí, ya que entre sus muros podemos encontrar tres inscripciones lapidarias de origen romano fechadas en el siglo I d.C. Vamos a mirarlas al detalle utilizando como referencia la interpretación que nos ofrece Julio Esteban Ortega
[8].
La primera de ellas, y la de mayor tamaño con diferencia (168 x 45 x 40 cm) la encontramos en el exterior. Es rectangular y tiene la parte inferior rebajada para ser clavada en el suelo. La parte superior semicircular de Villa podemos leer:
Pâulla
Pontia
h(ic)· s(ita)· e(st)
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Imagen retocada con la herramienta "sobreexponer" de Photoshop |
El interior, junto al arco por el que se accede, a mano derecha, podemos contemplar otra inscripción. Es rectangular con cabecera semicircular y con la representación de la luna en la parte superior. En ella aparecen errores a la hora de separar las sílabas en los distintos renglones. Su estado de conservación es lamentable y aquí os reproduzco la transcripción que aparece en la bibliografía mencionada, aunque yo en persona no he sido capaz de identificar mucho de estos caracteres como podéis ver en la imagen que os presento a continuación. Esta inscripción también está fechada en el siglo I d.C.
L(ucius)· Fl[av]ius
V[er]ecu-
ndus p-
acens-
is ân(orum) LX
h(ic)· s(itus)· e(st)
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Imagen retocada con la herramienta "sobreexponer" de Photoshop |
A la izquierda del muro que cierra santuario, en la zona interior aparece otra inscripción de la que solo contemplamos una pequeña parte del final del campo epigráfico. Con cierta facilidad podemos leer:
LX· h(ic)· s(it-)
s(it)· t(ibi)· t(erra)· (evis)·
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Imagen retocada con la herramienta "sobreexponer" de Photoshop |
Por la fórmula funeraria y los caracteres paleográficos, J. Esteban Ortega la fecha en la segunda mitad del siglo I d.C. o la primera mitad del siglo II d.C.
Con está entrada solo quiero recopilar algunos datos, unos más conocidos y otros mucho más recientes, sobre esta superviviente que debe de tener un poco menos de 1400 años; un testigo del pasado, recuerdo de un tiempo del que no han quedado muchos vestigios y menos con este gran estado de conservación y que sigue abandonado en mitad del campo sin recibir la atención y los cuidados que se merece, porque como poco, sería interesante una pequeña excavación su alrededor y un estudio de su estructura que permitiera asegurar supervivencia. Espero que os haya parecido interesante esta entrada saber más de esta iglesia visigoda cacereña olvidada y abandonada, Al Detalle.
Cerrillo Martín de Cáceres. Las ermitas de Portera y Santa Olalla. Aproximación al estudio de las cabeceras rectangulares del siglo VII".