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Channel: CÁCERES AL DETALLE
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CÁCERES, CÁMARA... Y ACCIÓN. PARTE TRES. VICENTE ESCRIVÁ Y CARMEN SEVILLA EN CÁCERES

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Seguimos repasando las películas rodadas en Cáceres. En estas dos vemos el importante cambio que sufre, no sólo el cine, sino la sociedad española en poco más de 20 años, gracias a la apertura y transformaciones tan importantes en esas dos décadas.

LA LOZANA ANDALUZA

 

Lozana (Maria Rosaria Omaggio), una española oriunda de Andalucía, llega a Roma, una ciudad que se ha convertido, aparte de cabeza de la cristiandad, en un mundo de bullicio y de cierto libertinaje, con casas de citas que abundan en la ciudad y de las que los cardenales y clérigos en general, no son precisamente los clientes menos importantes. Napolitana (Diana Lorys) y su sobrino Rampin (Enzo Cerusico), se encargan de acoger a Lozana y explotar su belleza para convertirla en la cortesana de más éxito en Roma. El negocio marcha viento en popa, hasta que aparece el noble toledano don Sancho Villafáñez (Carlos Ballesteros), que se enamora de Lozana y pretende que le siga en su viaje de regreso a España.

La película, dirigida por Vicente Escrivá, adapta de manera libre la obra del Vicario del Valle de Cabezuela, padre Francisco Delicado y, como indican los títulos de crédito, toma algunas ideas de textos del bachiller Fernando de Rojas, Salas Barbadillo y el Arcipreste de Talavera. En realidad el libro de Francisco Delicado, nos habla de la vida de la vida de Lozana, desde su infancia, en la que atendía al nombre de Aldonza, hasta su retiro en 1527, el año en que Roma fue saqueada brutalmente por las tropas del Emperador Carlos V. El guión de la película se centra en esta parte que trascurre en Roma, sin citar nada de la vida de Lozana en España.

Vemos que en la Plaza de Santa María se añaden  en postproducción elementos, en la zona superior de los edificios, que ayudan a convertir a Cáceres en una supuesta Roma.


Este rincón frente al Palacio Episcopal luce con todo su esplendor. También se ve la puerta del Palacio de Carvajal y la Casa de Ovando.

  



Como suele ser normal, la escultura de San Pedro de Alcántara se tapó para este rodaje.


Rampín le enseña a Lozana la ciudad, que recordemos se supone que es Roma. Pasan por el arco de la Estrella y bajan por la Cuesta de Aldana. Ese supuestamente es el barrio donde se concentran las prostitutas de la ciudad. En la ventana de la Casa de Mono una meretriz saca un pequeño tapiz, lo que sirve de señal para anunciar su disponibilidad. Continúan la visita por el Callejón de la Monja.






La protagonista termina viviendo en la Casa de Lorenzo de Ulloa (junto al actual hotel Atrio) a donde llega un incesante goteo de carruajes de importantes clientes de la chica.





 
Lo curioso es que cuando suben las escaleras para acceder a los aposentos de Lozana, las escaleras corresponden a la de La Casa del Mono, y se puede observar el famoso MONO esculpido en ella.



Sancho, el toledano que se enamora de Lozana, vive con su mujer en el Palacio de los Golfines de Abajo.



Uno de los clientes de la chica tiene ensoñaciones con su enamorada. Pasa por el adarve, a la altura de la Generala y desde ahí lanza flores a su amada, que por cosas del cine, se sitúa en la ventana de la Casa del Águila o de Sande, junto a la Casa del Sol.



Rampín, enloquecido por los celos, se emborracha una noche y es detenido por las autoridades. La salida de la supuesta cárcel se rodó en el lateral de la Iglesia de Santiago, en la puerta del Peregrino.



Estamos ante una película que se basó el momentáneo éxito que tuvo el mostrar las bellezas corporales de la protagonista, en una época en la que España se estaba liberando de las ataduras de la dictadura y en que gracias a esta y otras películas por el estilo, algunos españoles pudieron ahorrarse el viaje a Perpignan.Quizá lo más destacable sea la música de Antón García Abril, el resto prescincible.


LA FIERECILLA DOMADA

Don Beltrán es un mujeriego feliz y rico que hace sus negocios en la España del siglo de oro. En uno de sus viajes conoce a Catalina, una mujer de temperamento que se enfrenta con él. La hermana de Catalina sólo puede casarse después de ésta, y no ve llegar el día, porque Catalina hace salir corriendo a todos los pretendientes, que, generalmente acaban en el pozo del patio. La hermana ofrece dinero a Beltrán para que se case con ella, y Beltrán acepta el reto, pero no el dinero. Después de hacerse sendas jugarretas (ella lo encierra en un calabozo, y él, después de escaparse, aparece en la boda lleno de harapos y rodeado de toda la mendigalla de la ciudad) los dos pronuncian el sí quiero. Él con desprecio, ella por terquedad, por no darle el gusto de decir no.

Parten para casa del marido y en el camino Beltrán sigue tratando de apaciguar la rebeldía de su esposa. Le niega la comida, y cuando ella se va por su lado él la deja meterse en líos. Ella entra en un mesón, y varios rufianes la acosan, el marido no acude hasta que ella pide auxilio. Una vez en casa de don Beltrán, este sigue intentando doblegarla. No le deja probar el asado por no ser digno de ella, ni la almohada, contándole la historia de su familia. Cuando parece que ella cede él le anuncia que va a devolverla a su padre, en una escena que parece el final de "Lo que el viento se llevó". Ella se queja, si hubiera recibido suficiente amor, no se hubiera rebelado. En el camino él la pone a prueba sin cesar, la obliga a darle la razón, a fiarse de su marido, y no de sus ojos.


La fierecilla, Carmen Sevilla, vive en el Palacio de Mayoralgo, alrededor del cual se desarrollan muchas de las escenas de la película. En la primera, ésta llega a caballo, al galope, por el arco de la estrella hasta a la Plaza de Santa María.






Beltrán poco después llega a la Plaza de Santa María, pero que por cosas del cine, como está tomada desde otro ángulo, se encuentra a cierta distancia de la casa de la "fierecilla". Vemos la antigua fachada del edificio de Diputación.


 
En esta ocasión San Pedro de Alcántara luce en todo su esplendor y no fue tapado para el rodaje.



 
 Alberto Closas tiene acaloradas discusiones con Carmen Sevilla mientras esta se asoma a la ventana de su casa, el Palacio de Mayoralgo.


Esta película es tan ingenua como correcta. Tan simple como entretenida. Una interesante cinta para pasar una tarde de sábado a lo Cine de Barrio.

 

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