"Extermínese enteramente del mundo cristiano la detestable costumbre de los desafíos... Los que entraren en el desafío, y los que se llaman sus padrinos, incurran en la pena de excomunión y de la pérdida de todos sus bienes, y en la de infamia perpetua, y deben ser castigados según los sagrados cánones, como homicidas; y si muriesen en el mismo desafío, carezcan perpetuamente de sepultura eclesiástica".
Como ya os conté, Al Detalle, hace unos meses en la entrada dedicada a la cruz tumularia que se encuentra en la Calle General Ezponza, el Concilio de Trento (1563) pretendió frenar el gran desastre que estaban suponiendo los duelos de espada, no solo en España, sino en gran parte de Europa. Los mejores caballeros y espachines, casi por cualquier razón, se enfrentaban al alba para salvar las deudas de honor que llevaba a una merma considerable de la potencialidad militar de nuestras tropas. Así la iglesia mandó descomulgar a todos los duelistas y sus padrinos. Esto implicaba que no podrían recibir misas ni enterramiento en camposanto. Fue entonces cuando se generalizó el uso de las Cruces Tumularias para recordar el lugar en el que algún caballero había fallecido en el transcurso de un duelo. Así cuando alguien se cruzara en su camino con una de ellas podría recordar su alma y rezar por ella.
Como os decía, hace meses os enseñé la que se encuentra en la Plaza de la Concepción, y gracias a la información de un amigo de este blog que me la descubrió, Fernando Solís, hoy os puedo enseñar otra, que aunque más deteriorada, parece ser una "nueva" Tumularia en nuestros muros. Se ubica en la muralla, en el Adarve de Santa Ana, a pocos metros a la izquierda de la puerta si la miramos de frente. Se encuentra en bastante peor estado, creo que por dos razones fundamentales: el tipo de piedra que la hace más quebradiza, pero fundamentalmente por la ubicación. En la zona en la que se encuentra y a esa altura, el incesante tráfico del adarve ha provocado que haya recibido más de un roce de los vehículos que han convertido la zona en un aparcamiento.
Ahora ya tenemos dos lugares donde contar que en los adarves o arrabales de esta ciudad algún caballero murió al alba tras batirse a un duelo de honor, y que tras ser descomulgado por la iglesia, la familia decidió grabar una Cruz Tumularia para que todos los que la vieran pudieran rezar un responso por el descanso de su alma, como la única forma de lograr la purificación de su espíritu.