A veces mantener el tono amable de este blog resulta complicado, y hay que acabar criticando o poniendo el foco en acciones poco comprensibles e inadecuadas que ponen en peligro nuestro patrimonio y destacados Detalles, como en este caso. No sé si esto ocurre por dejadez o desconocimiento, pero ambas posibilidades son igualmente dañinas para nuestra riqueza patrimonial.
Hace tiempo que publiqué una serie de entradas dedicadas a las inscripciones de la Torre de los Pozos. Ya en aquel momento el desagüe del que vamos a hablar hoy, ya estaba haciendo de las suyas, pero no había afectado tanto a una de estas inscripciones. Cuando la torre se hizo visitable, se abrió una vía para el desalojo del agua que directamente la conduce a la pared de la cara norte, haciendo que esta caiga, o como decimos aquí, escurra por esa cara de la edificación. Ya en principio parece una mala idea en una construcción almohade a base de sucesivas hiladas de tapia de hormigón de cal, aunque la parte inferior sea un potente zócalo de mampostería apoyado directamente sobre un macizo rocoso de cuarcita. Además, la tapia está recubierta por un fino revoco rojizo donde aparece la inscripción que nos ocupa y que es también de origen calizo.
La humedad, y eso que atravesamos un importante periodo de sequía, está dañando poco a poco este revoco y está alcanzando a la inscripción más importante de la torre. Cuando la fotografié para realizar la entrada del blog (por julio de 2015), aún no se había visto afectada, pero actualmente sí, quedando oscurecida ya por ella su parte superior.
Esta inscripción está inscrita dentro de una cartela de 40 cm de alto por 50 cm de ancho aproximadamente. Consta de tres trazos situados a la misma altura y un cuarto ligeramente más elevado que monta sobre el límite izquierdo de la cartela. Tanto los caracteres cúficos, como las formas decorativas situadas debajo de aquella, están ejecutadas con cintas de mortero de cal.
ESTAS DOS FOTOS SON DE JULIO DE 2015
Según la Dra. María Antonia Martínez Núñez, el primer término formado por tres trazos podría ser interpretado como Allah (“Dios”), al que le faltaría un grafema inicial (lam), o también como inna-hu (“Ciertamente Él”). En cuanto al trazo aislado ubicado en un nivel ligeramente superior podría corresponder al comienzo de la expresión rabbu-na (“nuestro Señor”), lo que implicaría que se ha perdido la última parte de esa expresión. Así, la lectura y traducción podría ser: Allah ra[bbu-na] (“Dios es nuestro Señor”) o inna-hu ra[bbu-na] (“Ciertamente Él es nuestro Señor”). La primera posibilidad, a pesar de la falta de un grafema, es la más aceptable, pues está ampliamente documentada en el mundo almohade como vemos en sus típicas acuñaciones en plata. En cualquier caso, las dos versiones vienen a expresar un mismo concepto afín.
Así es que este testimonio tan valioso de, alrededor de 900 años, está en peligro por el efecto del agua y la humedad, y los mohos que la acompañan en un material calcáreo, poniendo en peligro este precioso Detalle de nuestra historia.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
La muralla almohade de Cáceres: aspectos constructivos, formales y funcionales. Samuel Márquez Bueno y Pedro Gurriarán Daza