Barril de sandía de barro vidriado
Arroyo de la Luz. 1980.
Entre los pocos centros alfareros que siguen funcionando en la provincia de Cáceres, destaca Arroyo de la Luz por su larga tradición en el oficio, estando constatada ya la presencia de buenos olleros desde al menos el siglo XVI; en un inventario de bienes de 1564 ya se citaba «una olla grande de Arroyo», y las menciones a las piezas arroyanas se repiten en la documentación durante los siglos XVII, XVIII y XIX, definiéndolas como «ollas de Arroyo» o, por deformación, «del Rollo». Los alfares de Arroyo producían grandes cantidades de cerámica de basto, sin vidriar, vendiéndose mediante arrieros que la distribuían por una amplia zona que va desde la sierra de Béjar, en Salamanca, hasta Sierra Morena por el sur, llegando al límite de la provincia de Toledo por el este y adentrándose en Portugal por el oeste. A mediados del siglo XIX, el Diccionario de Pascual Madoz menciona la alfarería como la principal industria de la localidad, con 60 fábricas en funcionamiento que producían piezas tan resistentes al fuego «que cuanto más se calientan tanto más se endurecen». Por aquel entonces, los olleros arroyanos vivían concentrados en su propio barrio, en las calles Sánchez Herrero, Hilacha y San Sebastián, su santo patrono, y su fama quedó reflejada en las coplas del cancionero tradicional:
Si al Arroyo del Puerco
te vas a casar,
tinajas y pucheros
no te han de faltar
En 1976, una investigación de Eduardo Barajas constataba que ya sólo funcionaban tres alfares, el mismo número que se mantiene en la actualidad. Al menos desde principios del siglo XX, la producción se fue diversificando, apareciendo el vidriado como uno de sus elementos más característicos, no sólo con un sentido utilitario, sino especialmente decorativo.
La pieza que hemos escogido este mes es un «barril de sandía» o jarra de sandía, así llamado por su forma globular y por la tonalidad verdosa de su vidriado con esmalte a base de cobre; su finalidad original era contener aguardiente o vino, y se fabricaba en diferentes tamaños. Probablemente su producción se inició como versión local de las conocidas «perulas» de Lucena (Córdoba), destinadas más bien al aceite y de un tono verde más intenso que el arroyano.
Nuestro barril de sandía fue confeccionado por el alfarero Victorino Collado, y fue adquirido por la Diputación de Cáceres en abril de 1983, ingresando poco después en el Museo de Cáceres como depósito.