Por desgracia llevaba un tiempo sin poder subirme a la bici y recorrer los caminos que circundan esta preciosa ciudad de Cáceres. Por fortuna, esta mañana me he subido sobre las dos ruedas y he podido rodar durante unos kilómetros hasta donde conducen todos los caminos: no, Roma no, Los Barruecos de Malpartida de Cáceres.
La mañana estaba fría, y a pesar de eso, la escarcha y el aviso sordo pero insistente de mis piernas recordándome la falta de entrenamiento, he vuelto a ser feliz sobre la bicicleta de montaña. Los Barruecos, generosamente, se han mostrado esplendorosos, exuberantes y poderosos para recordarme la belleza que se descubre si te apartas de las carreteras y exploras, con admiración, los caminos de esta región nuestra repleta de cordeles, coladas, cañadas y vías pecuarias de todo tipo. Un legado entrelazado entre la tierra y el pasado y que nos permite viajar no solo físicamente, sino en el tiempo y nuestros paisajes.
En uno de esos caminos siempre me hizo gracia un cartel y unas veletas en una casa de campo, pero que no había fotografiado hasta ahora, porque a veces lo más cercano, lo más accesible, es lo que pasa más inadvertido. Una explosión de ingenio, buen hacer y buen humor que hoy os quiero enseñar para animaros a patear nuestros caminos, tomar el sol, aunque no caliente demasiado como el de esta mañana, y descubrir, así, todo lo bueno que el entorno nos ofrece y que ignoramos, en la mayoría de las ocasiones, de forma deliberada.
Esta casa se encuentra en el Camino Viejo de Casar de Cáceres que lleva del Polígono Industrial de Malpartida al paraje de San Isidro. Es un camino público del Término Municipal de Malpartida de Cáceres. Si lo transitáis con calma podréis encontrar estos simpáticos Detalles.