Me van a permitir que use el título de una de las “notas” de Sanguino y Michel de sus famosas “Notas referentes a Cáceres”, concretamente la que presenta el número 33, en la que podemos leer:
¿Signos con significado?
En el torreón que defendía la Puerta del Socorro, de la antigua casa de los Espaderos, hoy de D. Joaquín Chaves, en uno de los sillares que está a la altura de nuestra vista, y en su paramento frontero a la Cuesta del Maestro (que por corrupción se llama así, pues debiera decirse del Maestre), se advierten ciertos hoyitos agrupados como una escritura ógmica o “en cazoletas” y otros signos de curvas y rectas que no parece ser obra de los chicos.
El primero que reparó en ello fue Llabrés, y se advierten mejor de noche, cuando la piedra está iluminada oblicuamente por la lámpara del alumbrado público, colocada en la misma esquina del torreón.
Aunque otras veces las “notas” de Sanguino me han llevado a descubrir detalles, como una lápida romana inédita en el Palacio de las Cigüeñas, que ya os enseñé; en esta ocasión simplemente vino a corroborar mis dudas sobre un signo que me intrigaba desde hace años. Esperé a hacer fotos en distintas fechas y diferentes horas, con la idea de poder captar la imagen más clara de aquellos grabados sin tener que manipularlos de ningún modo. A mi parecer, por muy extraño que parezca, estamos frente a una cruz-ancla, una cruz marinera o una cruz de San Clemente. Es decir, un ancla al que se le añade un travesaño superior horizontal para que incluya el símbolo de la cruz, trazada a base de líneas y cazoletas.
Es imposible conocer cuándo se grabó ni las razones por las que alguien la hizo en ese lugar, o incluso si estaba en otro punto y el sillar fue reubicado. Por eso, simplemente, trataremos de especular sobre estos motivos explicando el uso que se le ha venido dando a la cruz-ancla a lo largo de los siglos. Realmente el ancla, por su función de mantener una embarcación fijada en un punto, se ha usado en el cristianismo como una alegoría de la esperanza de la salvación, siendo un icono universal de solidez, estabilidad, fidelidad, tranquilidad…
El cristianismo no tardó mucho en tomarla como un símbolo por su capacidad de evitar “un naufragio espiritual” como aparece en la Carta a los Hebreos (Hb 6,19):
“… asiéndonos a la esperanza propuesta, que nosotros tenemos como segura y sólida ancla de nuestra alma”.
Ya el ancla se había utilizado en Grecia y Roma como la última esperanza del marino en la tempestad y representando el conflicto entre el agua y la tierra. Incluso en la divisa del emperador César Augusto podemos observar un ancla.
Pero volvamos a la simbología del ancla en el cristianismo. Los propios Doctores de la Iglesia San Agustín y San Juan Crisóstomo, la usaban como distintivo habitualmente, pero fue mucho antes, los primeros cristianos, los que la “popularizaron” como enseña de la fe y la esperanza en la resurrección. Se convierte desde entonces en una figura muy común en las catacumbas de entre los siglos I y IV y se le añade un travesaño para incorporar la Cruz de Cristo, cuando ésta empieza a hacerse común.
La cruz-ancla también se denomina Cruz de San Clemente porque se convirtió en el emblema de este mártir y líder de la iglesia de Roma en Crimea, cuando por el año 100 d.C. Trajano le mandó matar atándolo en un ancla y arrojándolo al mar, convirtiéndose así en una representación del martirio y persecución de los primeros cristianos.
También es frecuente la cruz-ancla en los pueblos marineros… pero me parece que éste no va a ser el caso. Por lo tanto, no sabemos de dónde ha salido este grabado y por qué alguien lo trazó en la esquina de la torre, pero me encantaría especular y fabular, que fuese un resto de los primeros cristianos de nuestro Cáceres romano y que el sillar fuera posteriormente reutilizado. No olvidemos que en esa misma plaza encontramos restos de la muralla romana y hasta tres alquerques que podrían ser de esta época… por imaginar que no quede. Mientras buscamos alguna otra explicación, solo os he querido enseñar esta curiosa cruz-ancla, Al Detalle.