Antes de empezar quisiera aclarar que esta prensa está en el Término Municipal de Cáceres, cerca de Malpartida de Cáceres. No pondré en nombre de la finca en la que se encuentra porque ya hice una publicación anterior mostrándola y tuve que retirarla por “sugerencia” de alguien que decía hablar por los dueños de la misma y que me expresó su malestar por dar a conocer esta preciosa prensa olearia. Como la intención de este blog no es la de molestar a nadie, volveré a enseñarla desde la distancia, porque puede observarse desde un camino público, el que va desde Malpartida a Montánchez y desde ahí nos asomaremos a este precioso vestigio del pasado.
Por la tipología de esta prensa, formada por una única estructura circular, y por su ubicación, podemos encuadrarla entre las pertenecientes al bajo imperio romano, más antigua que la que podemos ver en Mayoralguillo de Vargas o en la cercana Arroyo de la Luz, es decir, al primer periodo de colonización, cuando se extendió el uso del viñedo y el olivar en la Lusitania romana.
Como ocurre en el 91% de las prensas catalogadas en la provincia, se realizó sobre granito (el 9% restante lo hace sobre pizarra) y se podría enmarcar entre las existentes al sur del Tajo y al este de la falla de Araya, vinculada de alguna manera con la Norba, el actual Cáceres.
Estos supervivientes graníticos en algunos casos han sido utilizados hasta el siglo pasado, otros muchos fueron olvidados y en el peor de los casos destruidos, pero este que os muestro hoy resiste a la sombra de una joven encina y parece gozar de una buena salud junto a un pequeño arroyo, conocido como el Regato de Celadilla.
Debemos entender la importancia que ha tenido en la historia el aceite de oliva, y aunque ahora nos parezca algo cotidiano, hace 2000 años era un producto de lujo, que servía como moneda de cambio y que tenía, y aún mantiene, un aspecto sacro muy marcado. Pensemos en los Santos Óleos, los ungüentos con los que cubría a los cadáveres, los bálsamos, los perfúmenes… todos ellos realizados a base de aceite y que presentaban un profundo carácter sagrado y ritual. Se dice que fueron los Fenicios los que plantaron un primer árbol sacramental en el templo de Melkart. Se contaba que era el árbol de oro y plata de Pigmalión, pero lo que realmente ocurría es que brillaba con los exvotos que colgaban de él. Ese carácter sagrado se confirió a los pueblos autóctonos que mantuvieron al olivo y su fruto como fuente de nutrientes y de sacralidad. Gran parte de esos ritos los conservamos incluso en nuestros actuales ritos religiosos. Por lo tanto, estamos frente a una prensa que producía el oro líquido y sagrado para muchos pueblos y en muchos momentos distintos de la historia, y por eso os lo he querido mostrar, Al Detalle.