Ninguna visita a la Ciudad Monumental puede acabar sin haber pasado antes por la Plaza de San Mateo y la Plaza de las Veletas, y entre ellas, la Plazuela de San Pablo, donde sorprende la humilde belleza de este convento. En la zona de la entrada de la portería y su lateral existen varias inscripciones que llaman inmediatamente la atención pero que, u obviaremos en esta ocasión, o solo nombraremos someramente por haber sido ya tratadas previamente en otros blogs. Pero hay otras dos inscripciones en este edificio mucho menos evidentes y conocidas, una porque es complicada de leer por la altura a la que se encuentra y la otra por lo desgastado del granito en el que fue hecha.
Comenzamos con las más conocidas. Sobre la entrada de la portería vemos un rectángulo tallado con un jarrón de azucenas en el medio (un típico símbolo de la Virgen María) flanqueado por las siglas IHS y XPS. Estas mismas letras pueden contemplarse en el lateral, frente a la entrada del Palacio de las Cigüeñas; sobre una ventana y flanqueando una cruz, de nuevo, IHS y XPS. Se tratan de los monogramas de Jesús y Cristo. IHS es la abreviatura del nombre de Jesús, que en griego se escribía IH∑OY∑ que terminó por reducirse a IH∑ (iota-eta-sigma). Con el paso del tiempo y la latinización, la sigma se sustituye por S y se mantiene la iota y eta por similitud con las letras latinas, quedando el monograma como IHS. Por deformación y desconocimiento, a lo largo de los siglos se les han dado a estas letras significados erróneos que terminaron por cambiar la I (de IESUS) a la J de Jesús. Algunas de estas equivocadas interpretaciones son:
Jesús (o Iesus) Hominum Salvator: Jesús Salvador de los hombres
Jesús (o Iesus) Hierusalem Salvator: Jesús Salvador de Jerusalén
Pero nada de esto se corresponde con la realidad, el IHS es el monograma del nombre de Jesús, ni más ni menos. Este símbolo lleva siglos siendo muy común, gracias a la difusión que le dieron, entre otros, San Bernardo en el siglo XI, San Bernardino entre el XIV-XV, San Vicente Ferrer en siglo XV pero, sobre todo, gracias a San Ignacio de Loyola que lo adoptó como emblema de la compañía de Jesús en 1541, y que actualmente aparece el escudo del Papa Francisco, como Jesuita que es.
Respecto al XPS, el nombre de CRISTO en griego se escribe como ΧΡΙΣΤΟΣ donde la “sigla” XP (chi-rho) no aparece solo en el monograma, sino que es que forma el símbolo del Crismón, y la sigma “Σ” griega, como en el caso anterior, fue sustituida por la “S” latina. De esta manera obtenemos el XPS como “abreviatura” del nombre de Cristo. Toda esta información podéis leerla con más detenimiento en el Blog “Las Ciudades de Carlota”.
Pero vamos a centrarnos en las que son menos conocidas y que se encuentran en la portada de la Iglesia del Convento y que pertenecen a dos momentos constructivos distintos, ya que la puerta corresponde al origen del propio Convento, mientras que la espadaña es añadida posteriormente. Además vamos a aprovechar estos dos elementos para conocer un poco la historia de este Beaterio que terminó por convertirse en el Convento que ahora conocemos.
El Beaterio, formado por mujeres laicas y sin ningún voto en un comienzo, se funda posiblemente en el primer cuarto del siglo XV junto a la iglesia de San Mateo. Ya recientemente, hablando del Monasterio de San Francisco, he hablado de las trabas que se les imponían a las comunidades religiosas para instalarse en Cáceres, apelando a la carta poblacional del siglo XIII (y que podéis leer aquí). Por lo tanto, algunos de nuestros conventos, concretamente el de San Pablo y el desaparecido de Santa María de Jesús, comenzaron como Beaterios y pasado el tiempo “ascienden” y pasan ya a formar parte de una orden religiosa. El de San Pablo se establece en las inmediaciones de San Mateo a medida que se iban anexionando una serie de casa en la zona del Callejón del Gallo. Fue el obispo de la diócesis de Coria, D. Alonso Enríquez de Mendoza quien el 7 de agosto de 1448 concede que la casa de San Pablo pase a ser propiedad de las “buenas mujeres” que en ellas moraban e incluso concede indulgencias a todos aquellos que las ayuden. Y aunque comienzan sin asumir ningún voto, los van consiguiendo poco a poco. En marzo de 1449 el mismo obispo les concede el voto de castidad y le habían dado ya el de obediencia a un obispo que “veía con buenos ojos” a este beaterio. Ya solo les faltaba el de pobreza, que seguramente no les sería difícil de seguir, hasta que lo asumen en abril de ese mismo año, gracias al obispo Enríquez.
Tienen que pasar 20 años para que durante el pontificado del Papa Juan II, en 1469, se les confiera la regla de la Tercera Orden Franciscana (conocida también como “las Isabeles”) y se les diera licencia para tener capilla, iglesia (hasta ahora se habían apañado con un oratorio con el párroco que el obispo Enríquez les “pusiera” a disposición), y cementerio. Y es en ese momento en el que comienza a levantarse la iglesia que ahora conocemos como la Iglesia del Convento de San Pablo. De aquella época se conserva, entre otras cosas, el presbiterio ochavado y la zona de acceso con arco ojival enmarcado por un alfiz y sobre él un pequeño vano de cantería granítica donde encontramos, por fin, la primera de las inscripciones que nos ocupan hoy, pudiendo suponer que ésta pertenece a la segunda mitad del siglo XV.
A decir verdad, esta inscripción se encuentra en muy mal estado de conservación y realmente se lee muy mal y solo en ciertas condiciones de luz, algo muy frecuente en este tipo de grafía en piedra. Lo que se lee con bastante claridad es la palabra CORIA y con algo más de problema, y tras aplicarle varios filtros, es OBISPO DE CORIA. Podría hacer referencia a la fundación gracias al benefactor Obispo Enríquez o el de turno en el momento de levantar la iglesia, lo que es mucho mas probable y que no era otro que D. Íñigo Manrique de Lara, pero eso no lo sabremos quizá nunca o quizá hasta que no se haga un análisis más detallado de esta piedra.
Y si miramos más arriba vemos la espléndida espadaña barroca añadida varios siglos después en una reforma del edificio. Está rematado con frontón recto y posee dos esquilones donde vemos a San Pedro y San Pablo y donde contemplamos la segunda inscripción de hoy, en la que podemos leer:
VIVO EGO IAM NON EGO VIVIT VERO IN ME XPS
De nuevo, y por tercera vez en el mismo edificio, encontramos el monograma XPS referente al nombre de Cristo, ¿podría esto darnos idea de la fecha en la que se colocaron las otras inscripciones considerando que son contemporáneas? Sigamos con esta frase dicha por San Pablo y recogida en la carta a los Gálatas (2,20) que podría traducirse como.
“Ya no vivo yo, sino que Cristo Vive en mí”
San Pablo que, recordemos no fue un verdadero apóstol de los 12, y que solo vio a Jesús ya resucitado, es considero el decimotercero apóstol gracias a la famosa “llamada” en el camino de Damasco. Él quería expresar que Cristo no es ese “recuerdo” de quien murió en la Cruz y resucitó, sino que vive en cada una de las personas. Nosotros no nos meteremos a valorar aspectos religiosos, solo sabemos que alguien decidió colocar esta famosa frase de San Pablo en la espadaña del Convento del mismo nombre, aunque, la verdad, si no es por el zoom de la cámara no es demasiado fácil de ver.
Hoy solo os he querido enseñar estas dos inscripciones poco conocidas y presentes en uno de los lugares más bonitos de la ciudad y hemos aprovechado para conocer, Al Detalle, un poco más de la historia de su fundación.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
San Pablo de Cáceres: de Casa de Beatas a Convento de Clausura (1425-1591). Serafín Martín Nieto
Religiosidad y ciudad. Las modificaciones urbanísticas en el Cáceres medieval intramuros y las órdenes religiosas. Pilar Mogollón Cano-Cortés.