Continúo con el doble monográfico de “Arcos con hornacina” y “Hornacinas sin arco” asomándonos entre la plaza de Santa Clara y la Calle Puerta de Mérida, que recibe ese nombre en recuerdo a una antigua entrada a la ciudad que fue demolida en el siglo XVIII. Era una de las 4 entradas al recinto amurallado original, la más meridional y de ella no queda ningún vestigio arqueológico, aunque existen documentos que hablan de su construcción a base de cantería granítica, y que poseía una pequeña torre anexa. Además, se encontraba flanqueada por otras dos torres albarranas, una llamada Torre de Mérida, de la que no hay prácticamente ninguna información, y otra denominada Torre de Mari Lucas, demolida junto a la puerta, y que en parte de la bibliografía se la conoce como Torre del Potro de Santa Clara. Los investigadores coinciden en que esta entrada debió de ser muy similar al Arco del Cristo.
A mediados del siglo XVIII el aumento demográfico y algunas decisiones políticas, llevan a aumentar las solicitudes de demolición de la muralla a manos de particulares, para agrandar sus casas, usar los materiales o ambas cosas. El periodo en el que el amurallamiento de Cáceres sufrió mayores agresiones fue durante el mandato del corregidor de la villa D. Juan de Lariz y Olaeta. El 17 de febrero de 1751 D. Pablo de Monroy hace una solicitud porque pretendía edificar una casa en la esquina de la Puerta de Mérida, desde el Potro de Santa Clara hasta la torre Redonda y para lograr una mejor vista y acceso pide al Ayuntamiento el derribo del arco de dicha puerta y la torrecilla que le sirve de pie derecho, así como el uso los despojos de la cantería resultantes de la demolición. Para informar sobre tal solicitud fue comisionado el marqués de Camarena, Francisco Ovando Rol de la Cerda, quien realizó un excelente análisis fechado el día 10 de marzo de ese mismo año. En este informe se argumenta sobre la necesidad de demoler no sólo esta parte de la muralla, sino una tajante actuación en todo su perímetro, aludiendo a razones de salubridad: “… los muros más altos que impiden el viento del norte tan apreciado para la salud en un país tan cálido. Las inmundicias que se amontonan al pie de la torre…”, para mejorar la circulación: “… la entrada y salida de dicho sitio todavía queda estrecha para los coches, carros y carretas…”, o por no tener valor histórico: “… porque no teniendo la más leve recomendación de alguna cosa particular de la antigüedad como es haber entrado algún héroe, haber sido por la que conquistaron esta villa…” entre otras lindezas. Así el corregidor pidió permiso al Rey Fernando VI para comenzar las demoliciones y este lo permitió con una Real Provisión fechada el 19 de diciembre de 1751.
Boxoyo en sus Noticias históricas de la Villa de Cáceres…, ed. de E. Cerrillo (e. p.) nos habla sobre este tema: “Solidez de sus muros…Los muros, que aún resultan en la población, son de imponderable solidez y, en especial, los tapiados; de esta masa hay varias torres de mucha elevación, unas cuadradas, otras ochavadas, con su almenado y troneras; y en todo el muro se advierte su obra de Árabes, Godos, y Romanos; en los tapiados permanecen las cintas de cal, con que recibieron sus juntas; pero hay una torre por bajo de la Puerta del Río, que demuestra bien la satisfacción que tenían en sus tapias: es bastante elevada: desde su cimiento hasta el medio, es de tapia, continuando y concluyendo con mampostería, y almenado en piedra y esquinazos de cantería, sin la mayor decadencia. Con motivo de la extensión de esta población y Real Orden de S. M., se han derribado y derriban estos trozos de muralla para fábrica de casas, porque su existencia sólo podía ser útil para denotar su mucha antigüedad.”… “En 19 de Noviembre de 1751, el señor don Fernando 6.º a solicitud del Corregidor don Juan de Lariz, dio facultad para demoler las murallas de Cáceres.”
De esta manera nuestro arco y sus torres desaparecieron, y nos convertimos en una de las primeras villas que comenzó a derribar sus murallas. Pero como no hay mal que por bien no venga, en la demolición salieron a la luz dos inscripciones romanas, una de ellas se encuentra en la esquina de la casa, bajo la hornacina, perfectamente visible, y de la que ya os hablé en una entrada del blog hace tiempo y que fue descrita por Boxoyo (o por alguno de sus informantes, esto aún no está del todo claro) y remitida a uno de los epigrafistas más importantes como fue Masdeu, para que éste la estudiara y publicara. En la descripción que le remitió decía: “En el Sitio que ocupo la Puerta de Merida, que hóy llaman Potro de Santa Clara; Vajo una Ymagen de Jesus Nazareno, se halla esta Lapida.” Que se tradujo como: “Quinto Cecilio Avito Hijo de Sexto, que Murio de Treinta y cinco, años de edád áqui esta Enterrado. Seáte la Tierra Leve”
Q· CAECILIVS·
SEX· F· AVITVS·
AN· XXXV·
H· S· E· S· T· T· L
Los dueños de la casa decidieron que la lápida resultaba un “pegote” en su fachada y ésta fue lucida, y la inscripción permaneció oculta hasta el año 1968, en el que fue nuevamente puesta a la vista. También de esta nota anterior descubrimos que la hornacina que hoy tratamos fue ubicada allí justo después de la demolición del arco, lo que nos hace pensar en que existía en dicha puerta una figura, esta u otra, y que fue trasladada a la esquina de la nueva casa. Ya en esa época, como ahora, la imagen venerada era un Nazareno. Suponemos que la imagen actual posiblemente no corresponde a la ubicada allí en el siglo XVIII, o sí, no lo sabemos, no he podido encontrar información de esta pequeña imagen totalmente artesanal, sin ningún atractivo desde el punto de vista artístico, pero que es testigo de la historia de la ciudad.
Unos años después, concretamente en 1794 supuestamente aparece en esa misma casa otra inscripción, que en la misma publicación se detalla como: “En una Casa en la Puerta de Merida esta en el Corral de la misma casa una Lapida que salio diciendo un trozo de la Muralla Antigua en veinte y dós de Mayo de Mil setecientos nobenta y quatro, tiene Vara de Ancho tres quartas de Alto, y solo esta Linea.”
COL·NORB·CAESARIN·
Traducida por “Colonia llamada Norba Cesarina.” Esto condujo a Boxoyo en comenzar a pensar que el origen de la ciudad antigua era Norba Caeserina entre las posibilidades que se barajan sobre el origen fundacional de la misma. El problema estaba en que esa lápida no fue descrita ni vista por nadie más, desapareció y no se volvió a tener constancia de ella. Algunos apuntan a que fue una invención de Boxoyo para apoyar su teoría, otros esperamos a que siga oculta en algún muro y que algún día vuelva a ver la luz.
Esta es, en resumen, la historia de este rincón de nuestro Cáceres, la historia de una pequeña hornacina y una inscripción romana a las que muchos no miran cuando pasan por delante de ellas, pero a las que aquí hemos querido asomarnos AL DETALLE.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
Aproximación a la muralla tardoantigua de Cáceres. Carlos Marín Hernández.
La muralla almohade de Cáceres: aspectos constructivos, formales y funcionales. Samuel Márquez Bueno. Pedro Gurriarán Daza
Claudio Constanzo y la epigrafía extremeña del siglo XIX. Enrique Cerrillo
Sobre una desaparecida torre de la muralla de Cáceres. Mercedes Pulido y Enrique Cerrillo